* Los estudiantes intentaron tomar la autopista de Palo Blanco y alrededor de 500 policías, de la Guardia Nacional y la Estatal, se lo impidieron
* De un lado, petardos y piedras; del otro, gases lacrimógenos; al final, los normalistas soltaron un tráiler sin freno sobre los uniformados, quienes lo eludieron; el vehículo se impactó contra otras unidades, sin víctimas humanas
REDACCIÓN /
Chilpancingo, 04 de febrero de 2022. A dos días de conmemorarse el aniversario luctuoso de Lucio Cabañas -guerrillero egresado de la normal de Ayotzinapa, al igual que Lucio Cabañas-, normalistas intentaron tomar la caseta de Palo Blanco de la autopista del Sol, pero fueron contenidos por la Guardia Nacional y la Policía Estatal, lo que generó un enfrentamiento entre ambos bandos.
El resultado lo dio a conocer por la noche un comunicado de la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz: 37 policías resultaron heridos, de los cuales 17 pertenecen a la Guardia Nacional y 20 a la Policía Estatal. No hubo detenidos, pero agentes de la Fiscalía General de la República y de la Fiscalía General de Guerrero iniciaron indagatorias sobre estos hechos.
Los normalistas reportaron que siete de sus compañeros se encuentran hospitalizados de gravedad por lesiones en la cabeza, y unos 20 fueron recibieron lesiones que no requirieron hospitalización.
Durante el enfrentamiento, los jóvenes lanzaron petardos contra los policías y estos a su vez lanzaron bombas con gases lacrimógenos; y piedras, los dos bandos. Al final de la confrontación, los normalistas lanzaron contra los uniformados, un tráiler sin conductor y con la velocidad en neutral, pero los policías alcanzaron a hacerse a un lado y el vehículo se impactó metros delante de la caseta, con otros vehículos que estaban estacionados, sin que se produjeran más que daños materiales.
La acción policiaca se encuadra en el operativo Caseta Segura, que mantiene en gobierno federal en toda la República y que en Guerrero no se aplicaba específicamente en el caso de los normalistas, quienes, llevando como bandera a sus 43 compañeros desaparecidos en 2014, suelen cobrar a 100 pesos el peaje.
Esta ocasión fue alrededor del mediodía cuando los normalistas a bordo de varios camiones llegaron a la caseta para tomarla, pero se encontraron con la policía. De acuerdo con el gobierno del estado los estudiantes cometieron una “agresión directa y premeditada”, no obstante lo cual se dialogó con ellos, en presencia de las comisiones Estatal y Nacional de Derechos Humanos, además de los mandos policiacos estatal y federal, según un comunicado oficial.
El punto de la ruptura fue cuando los policías procedieron a revisar los camiones que los estudiantes llevaban, a bordo de los cuales habían llegado a la caseta. En una conferencia de prensa posterior, los normalistas afirmaron que “llevábamos un solo objetivo, que era repartir volantes en la caseta de Palo Blanco” y que “nuestro objetivo nunca fue bloquear la autopista, nunca fue bloquear la caseta” y que solo querían “una hora, una hora para entregar nuestros volantes, sin tomar casetas, sin tomar nada”.
También dijeron que “los estudiantes no portábamos armas, nuestro único objetivo era difundir la información de Ayotzinapa. La Policía Estatal actuó de manera violenta, reteniendo a la fuerza nuestros autobuses cuando ya nos disponíamos a retornar”.
La Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, sobre este mismo momento, difundió un comunicado en el que señaló que “ante la negativa para no realizar la toma de caseta, se inició la acción de repliegue, situación que derivó en el ataque a los elementos policiacos”.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda, más tarde, en sus redes sociales, refrendó su respaldo a la búsqueda de diálogo y solución pacífica a los conflictos.
El caso es que a partir de entonces comenzó la refriega. Primero vino un jaloneo físico entre los normalistas y los policías.
En un primer momento, los normalistas, que bajaron de cuatro autobuses de transporte público que mantienen en su poder, lograron colocarse en una de las plumas y empezaron a dar pase libre a los vehículos, en esta ocasión, sin empezar a cobrar los 100 pesos que cobran cuando toman la caseta. Los policías, que se encontraban a un costado, empezaron a avanzar hacia ellos en formación, por la parte sur. Los estudiantes siguieron llegando en los camiones.
Al encontrar la valla policiaca, hubo algunos golpes de los jóvenes hacia los policías, quienes portaban escudos y toletes y también respondieron. Fue muy breve. Luego los normalistas advirtieron que usarían los camiones para romper el cerco, y colocaron las unidades sobre los policías, pero solo al punto de tocarlos. Los policías respondieron dando toletazos a los autobuses. “¡Están incurriendo en un delito, están identificados!”, gritaban. “Eres el responsable, conductor, ya estás identificado”, advertían al trabajador de la línea de transportes que usualmente los estudiantes utilizan para manejar las unidades. “Es un delito federal”, gritaban.
“Guarden las armas”, tranquilos, decían un jefe policiaco a los normalistas. “Queremos manifestarnos, no se va a tomar la caseta, no se va a cobrar ni un peso”, decían los estudiantes. “La gobernadora lo dijo ayer” que se respetarían las manifestaciones, insistían.
Los policías mantuvieron tres vallas: una se quedó conteniendo a los normalistas que estaban en el lado sur con cuatro autobuses, y otra empezó a avanzar hacia los que ya habían logrado colocarse en la caseta, y una tercera, conteniendo a los que pretendían llegar por Chilpancingo. Los estudiantes en ese momento se mantenían lanzando consignas y cánticos. Ya no había circulación vehicular.
Así se mantuvo por varios minutos la tensa calma. Entonces comenzó la negociación, entre normalistas y los responsables de la seguridad. La zona estaba ya vacía: solo policías, normalistas, personal de Derechos Humanos, estatal y nacional, y comerciantes establecidos en la zona. A través de un megáfono, uno de los estudiantes explicaba los motivos de la lucha por los 43 desaparecidos en 2014. Aprovechando que había varios reporteros cubriendo esos hechos y transmitiendo en vivo, el normalista arremetió contra ellos: “muchos de estos periodistas que se encuentran frente a nosotros -dijo- son los mismos que se encargan de tirar todo tipo de situaciones negativas hacia nuestra institución”. Otros oradores -se sucedían de uno en uno- explicaron que las movilizaciones son para recaudar fondos porque la normal de Aytozinapa no recibe suficientes recursos para la manutención de sus estudiantes. “Le pregunto a los políticos si con 100 pesos al día ustedes pueden comer sus tres comidas. Les pregunto a los políticos si con esos 100 pesos ustedes pueden vivir. Y no es verdad. Nadie puede vivir con 100 pesos; eso es lo que tenemos en Ayotzinapa: 100 pesos de ración que nos da el gobierno, 100 pesos cuando los delincuentes que están en prisión comen mejor que los estudiantes de Ayotzinapa. Por eso nos vemos obligados a salir, a tomar, a exigir, porque el gobierno únicamente te hace caso si levantas la voz”.
El mitin se mantuvo durante un buen rato, sin mayores confrontaciones. Pero minutos más tarde, cuando los policías, como parte de los acuerdos a los que ya llegaban con los normalistas, comenzaron a revisar los autobuses, estalló el conflicto. Los uniformados abrían los compartimentos de las maletas, y tomaban video. Primero fueron voces, gritos, poco a poco los jaloneos, hasta que empezaron a surgir las piedras. Los policías comenzaron entonces a avanzar y los normalistas a retroceder, sin dejar de arrojar piedras que se estrellaban contra los escudos de los uniformados. De pronto aparecieron los petardos, estallando a la mitad de la carretera. Otros sobrepasaban por el aire la fila policiaca y estallaban atrás de los uniformados.
Uno, dos, tres, cuatro… los petardos empezaron a tronar con su columna de humo, uno tras otro, en el lado de los policías, los cuales respondiendo con disparos de gas lacrimógeno, que ahuyentó un poco, pero no mucho, a los estudiantes. Durante varios minutos el intercambio estuvo intenso. Los petardos caían cerca de los policías, pero algunos lograban pasar la línea y caerles al lado; los policías seguían aventando gas lacrimógeno, y las piedras volaban, de uno y otro lado.
Del lado de los cuerpos policíacos ya se reportaban heridos, tanto de la Guardia Nacional como de la Policía del Estado, en los primeros minutos. Los disparos de bombas de gas lacrimógeno surtieron su efecto y los estudiantes continuaron en retirada, pero aun así la resistencia se mantenía y los petardos seguían estallando, cada vez con menor periodicidad, pero sin dejar de hacerlo. Los policías en formación fueron avanzando.
Los comercios ubicados en las cercanías de la caseta cerraron y sus dueños o trabajadores se dieron a la fuga por las barrancas aledañas. Los petardos seguían, y los disparos de gas. Algunos normalistas, en pequeños grupos, de pronto hacían intentos por acercarse, entre los vehículos que habían quedado estacionados en el área comercial, hacia donde estaban los policías. Las piedras seguían de uno y otro lado.
En un momento los normalistas se reagruparon y se acercaron a los policías, a los que mantuvieron a raya con los petardos, y por momentos la valla policial tuvo que retroceder. Los periodistas, entre tanto, transmitían en vivo. Sus voces se mezclaban, cada uno tratando de explicar a sus seguidores lo que estaba pasando. Algunos empezaron a sentir los efectos del gas lacrimógeno, que afectaba no solo a los estudiantes, sino a todos, incluyendo a los policías.
Los policías empezaron a subir a un cerro aledaño en un aparente afán de atacar a los normalistas por otro frente. De pronto vino una embestida, alguien dio una orden y los policías iniciaron un avance sostenido, en formación, haciendo sonar sus botas. Los estudiantes, sin dejar de lanzar objetos, botellas, piedras, petardos, iniciaron también una veloz retirada.
Llegó un momento en que los policías se detuvieron y los normalistas, sin abandonar nunca los petardos, se fueron retirando poco a poco. Después vino un momento de calma. Los policías se reacomodaron, formaron una valla, y los normalistas a su vez terminaron de retirarse, o al menos, ya no estaban al alcance y los uniformados los habían dejado marchar.
De repente, como surgido de la nada, apareció un tráiler de la empresa Soriana que los estudiantes habían decomisado y lo lanzaron, en la pendiente que se forma en la carretera en esa zona, hacia los policías.
La pesada unidad se abalanzó, sin freno y sin conductor, hacia la valla. Los policías apenas alcanzaron a hacerse a un lado. El tráiler atravesó la caseta sin causar mayor daño, y se fue a impactar metros adelante con otros vehículos que estaban estacionados en el área comercial del lado sur, sin que se produjeran daños a personas, solo materiales.
Ese fue propiamente el término de la jornada. Los estudiantes se retiraron finalmente, y los policías retomaron el control de la caseta, misma que más tarde se abrió a la circulación normal de los vehículos.
Más tarde, en un comunicado, la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz dio a conocer su versión de los hechos, e informó que habían resultado heridos 17 elementos de la Guardia Nacional y 20 de la Policía Estatal. No hubo detenidos, ni lesionados por parte de los estudiantes.
En su conferencia de prensa, los normalistas informaron que más de 20 estudiantes fueron lesionados, y siete están en el hospital con gravedad por lesiones en la cabeza.
Dijeron que habían informado a los policías que solo se iban a manifestar y ni siquiera levantarían la pluma de la caseta. Criticaron a los gobiernos federal y estatal, a quienes acusaron de no respetar sus compromisos de permitir la libre manifestación.
También justificaron que tengan que salir a recaudar fondos en el hecho de que la normal, dijeron, reciben 100 pesos por estudiante para alimentación, y eso no es suficiente. Si el gobierno le diera apoyo a la normal como se lo da a la Uagro o a otras instituciones educativas, dijeron, ellos no tendrían que andar movilizándose.