* Agentes de todas las corporaciones se movilizan ante un cuerpo en la banqueta
REDACCIÓN /
Acapulco, 25 de febrero de 2018. El hombre compró un pollo asado en La Garita.
– ¿Vienes borracho? -le preguntó la vendedora.
-Vengo moyao -dijo él, sin explicar el significado de sus palabras.
Se comió la pieza, una pierna con un espagueti caldoso. Luego, tambaleante, atravesó la avenida Cuauhtémoc, sorteando los vehículos sin esperar el semáforo.
Los testigos que lo habían visto comer lo perdieron de vista o simplemente le dejaron de prestar atención.
Pero eso cambió unos minutos después, cuando el hombre fue visto tirado en una de las calles adyacentes a la Cuauhtémoc.
Nadie sabe quién avisó a la policía, pero de pronto el lugar está rodeado: federales, estatales, ministeriales, militares.
Numerosas patrullas cerraron literalmente la calle. Los agentes descendieron de sus unidades y se acercaron al cuerpo, con cuidado.
De pronto, el hombre despertó. Los policías estaban sorprendidos, pero lo interrogaron durante un buen rato. Mientras tanto, seguían llegando más y más patrullas. La gente asombrada buscaba entender lo que ocurría hasta que al otro lado de la banqueta, en la venta de pollos, alguien reconoció al interrogado. Las patrullas seguían llegando, los policías parecían no comprender, hasta que finalmente alguien dio la voz del retiro y, poco a poco, los agentes se fueron retirando.
-Ha de estar enojado el pobre, tan bien que ha de haber estado durmiendo y lo vinieron a despertar -comentaban en los pollos.