VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 28 de septiembre de 2017.
Del ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu pueden decirse muchas cosas; su recuerdo concita sentimientos encontrados; hay desde quienes lo odian por haberlos despojado de sus predios en Punta Diamante, hasta los que lo aman porque, interés de por medio, fue generoso con ellos, sobre todo empresarios, políticos y algunos periodistas de la ahora vieja guardia.
Yo admiraba su bonhomía; era un hombre muy inteligente. Cuando cubrí sus giras de trabajo en mis tiempos de reportera en El Sol de Acapulco, observé cómo armaba sus discursos; muchos, la mayoría, excelentes, justo en el momento en que terminaba de escuchar solicitudes o disertaciones. Tomaba notas todo el tiempo.
La gota café de su mirada, observaba siempre con detenimiento; y con su gesto muy característico, acomodaba una mano bajo la barbilla en señal de estar perfectamente interesado en lo que le estaban diciendo.
Fue un político visionario; se decía en su tiempo, que Guerrero fue el laboratorio en donde echó a andar instituciones y organismos como preludio de lo que haría cuando fuera presidente de la República, ¡y vaya que tenía prendas para serlo!
Guerrero, a instancias de Ruiz Massieu, fue el primer estado en contar con una Secretaría de la Mujer y con una comisión Estatal para la Defensa de los Derechos Humanos.
En 1992 me tocó cubrir el movimiento de rescate del parque Papagayo, ante la intentona del gobernador, Ruiz Massieu, de vender más de la mitad del predio en que se encuentra asentado y que es considerado como pulmón verde en Acapulco.
Carmen Chávez inició una huelga de hambre en protesta por la intención privatizadora y dio inicio así a un movimiento ambientalista que culminó con el desistimiento del gobernador y la devolución del parque Papagayo al pueblo acapulqueño.
Durante casi un año di cobertura noticiosa constante a las acciones de Los defensores del Parque Papagayo, como se autodenominaron quienes con marchas, plantones, cadenas alrededor del predio en disputa, y cartas al presidente de la República, pugnaron por detener la privatización.
Un día, Juan Carlos Hinojosa Luelmo, secretario de Coordinación del gobernador, nos citó a un compañero periodista y a mí en sus oficinas para hablar del parque Papagayo. Éramos los que cubríamos con mayor denuedo a lo que considero el primer movimiento ecologista que llevó a cabo la sociedad civil en Acapulco.
Nos separó y primero habló con el compañero y después me pasó a su despacho. Pues que quería saber que qué pensaba yo sobre el movimiento de rescate del parque y si pensaba seguir cubriendo toda esa información. Le dije que sí, que me parecía un movimiento honesto de la sociedad civil y que tenían razón al oponerse a la privatización, y fue todo; nos despedimos y me regresé a Acapulco tratando de darme una explicación para esa cita y esa conversación. Lo que sí noté, es que mi compañero jamás volvió a cubrir la información del movimiento de rescate del parque.
Empezó entonces una casi estrategia pugilista, entre el gobernador y mis coberturas del movimiento ambientalista. A veces lo entrevistaba cada que podía sobre la situación que guardaba el intento de privatizar al Parque Papagayo; y luego dejaba pasar unos días son tocar el tema, para retomarlo, sobre todo, cuando algún funcionario del gobierno federal venía a Guerrero para anunciar obras o para acompañarlo en sus giras de trabajo.
Aprovechaba también circunstancias noticiosas que consideraba podrían trascender a lo local para meter notas sobre el parque Papagayo o entrevistas a los ecologistas defensores; de forma tal, que el tema pudiera ser observado desde el nivel nacional.
José Francisco Ruiz Massieu a veces declaraba sobre el tema y otras, no. Lo cierto es que el movimiento llegó hasta la intervención de la comunidad judía en México y el tema de la privatización se complicó.
Era un hombre serio y discreto; pero pedante a veces; la verdad, no lo imagino bailando con las ñoras en sus giras; no; él tenía para más. Una vez lo alcancé en la entrada de un Centro de Salud para entrevistarlo y me atreví a tocarle el hombro para llamar su atención, ¡oh, pecado; lo toqué! Se volvió con chispas en los ojos y me dijo que no iba a hablar del parque en ese momento.
Para esas fechas, la mayoría de los medios dejó de publicar notas referentes al parque Papagayo; pero El Sol de Acapulco no cejó.
Un día, fui al lobby de un hotel para entrevistar a un funcionario y vi venir al gobernador con una cauda de reporteros, como casi siempre. Desde luego que no iba a desaprovechar la oportunidad de entrevistarlo y preguntarle sobre el estado de la privatización o no del parque Papagayo.
Hubo una compañera periodista que en cuanto me vio venir, intentó obstaculizarme para que no me acercara “a molestar al gobernador con lo del Parque Papagayo”. Desde luego, no lo consiguió. Y para sorpresa de todos, el gobernador se me quedó viendo en silencio con mi grabadora cerca de su boca y me dijo, palabras más, palabras menos, que antes de darme una noticia, quería felicitarme por ser tan buena reportera.
¡Oh!, me lo dijo ahí, enfrente de todos los compañeros. Creo que vio tan así mi desconcierto que se sonrió y soltó entonces que el Parque Papagayo ya no se vendería y que sería devuelto al pueblo.
Con la emoción atorada en la garganta fui corriendo al periódico para darle a mi directora, Eloína López Cano la gran noticia: la sociedad civil había ganado; el pueblo organizado había echado por tierra una imposición que atentaba contra el medio ambiente acapulqueño.
Cuando llegué ya estaba ahí mi compañero de la vez pasada, el de la cita con Juan Carlos Hinojosa, pretendiendo ser él quien diera la noticia. Eloína preguntó quién había hecho la pregunta y le dije que yo. Así que al otro día, las ocho columnas en El Sol de Acapulco fueron la nota del rescate del parque Papagayo, e iba firmada por mí.
Esas palabras del gobernador las guardé muchos años en un casete chiquito, de los que se usaban en ese tiempo en las grabadoras, y alguna vez lo perdí; pero su gesto, el gesto de Ruiz Massieu para conmigo, permanece como un premio a mi trabajo periodístico.
Hoy es el aniversario de su asesinato. Descanse en paz.