* El actor cumple 30 años de ejercicio profesional /
HERCILIA CASTRO /
Zihuatanejo, 15 de mayo de 2017. Carlos Augusto Cancino Hernández, alias, el verdadero y conocido Carlos Casanni, dice entre risas, en su estancia en el puerto para celebrar lo que hace desde hace 30 años, actuar en teatro.
Originario de Acapulco, pero registrado en el municipio de José Azueta, Casanni expresa que su amor por el teatro le viene desde su casa, en el seno de una familia conservadora y religiosa, por lo que aprendió a leer a los 3 años de edad.
“Como decíamos hace rato, yo fui creado con la chancla, con la extensión -ríe-. Era un niño muy retraído, cuando yo veo una obra de teatro por primera vez en quinto de primaria, en Acapulco, me impactó, aunque yo ya había visto por la religión de mi familia, dramas bíblicos”, dijo.
Casanni relata que en su primera actuación, un 15 de mayo de hace tres décadas: “Cuando yo experimento pararme frente a un público exponiendo la forma de decir como un regalo, porque fue una obra en la secundaria, pienso que esto es lo que yo quiero hacer toda mi vida”.
Señala que el teatro ha sido su forma de vida al sentir el primer aplauso del público para ese niño gris, como se consideraba, ve que a través del teatro expresa todo lo que siente y piensa.
“Yo descubro que puedo ser quien yo quiera ser, aunque lo finja por un rato, eso es lo que me lleva a decidir mi vida”, dijo.
Su primer grupo teatral, narra, fue con el grupo de compañeros de la escuela secundaria técnica 52, en Zihuatanejo, donde estudió los últimos dos años, y posteriormente se va con su familia a Estados Unidos, donde cursa la preparatoria y elige el teatro, terminando su carrera como técnico teatral.
Los grupos que ha formado, desde adolescente, han sido Facetas en Acapulco, a los 17 años forma Artes Escénicas Zolrak y actualmente su compañía Olimpo Teatral.
Casanni define que todos tienen derecho a actuar, al menos, una vez en su vida, para que pruebe, y diga lo que siente, pierda la vergüenza, diga no me gusta “pero hasta ahorita puedo meter las manos a la lumbre, y decir, nadie, que ha probado el aplauso del público y el reconocimiento del público una vez, lo deja, nadie, el teatro, te atrapa”.
“Si tú lo agarras, él te atrapa y no te suelta, no te suelta”, dice.
De su acercamiento con el teatro subversivo, de izquierda, como define Casanni, refiere que su primer acercamiento fue con el monologo que lo caracteriza, El Firulais.
Recuerda que alguien en Acapulco le auguró que ese personaje sería como Carlos Ancira, que actuó la obra El diario de un loco, historia del ruso Nikolai Gógol, pues El Firulais muestra la problemática de seis personajes, incluida la mascota, un perro.
Casanni recuerda que el personaje de El Firulais lo interpretó junto a Enrique Cisneros, mejor conocido como El llanero solitito, del grupo Centro Libre de Experimentación Teatral de la Universidad Nacional Autónoma de México (Cleta-Unam).
Sin embargo, al conocer el texto, se puso a llorar, y dijo “no lo puedo dirigir, yo lo quiero actuar”.
Expresa que al actuar con el Cleta-Unam, fueron incluso a la ya desaparecida normal rural en Hidalgo, El Mexe.
Su simpatía con el arte subversivo es porque coincide que se lucha desde el arte contra las injusticias, se evidencian las fallas del sistema a través de la actuación, y el arte, cambiaría al mundo si se le acercara más.
“Una persona que lee es libre, no tiene ataduras, no necesita nada, es feliz y no necesita hacer guerra con nadie, una persona que es libre está en paz, y eso es lo que busca”, afirma.
El actor se inspira cuando habla, profundiza que como actor se redescubre al igual que como ser humano, con altas y bajas.
“Uno viene a este mundo a ser feliz, eres feliz haciendo lo que amas, a mí me preguntan, y tu trabajo, y les respondo, yo hago teatro”, sostiene.
Pero también a Casanni, acapulqueño de nacimiento, le duele la entidad, piensa que Guerrero está muy dolido, y se nota la mala economía, por lo que muchas veces, critica, los turisteros quieren cobrar lo que no se han ganado en tres meses.
La violencia también le ha pegado al actor de forma cercana, relata que un amigo muy querido fue secuestrado en Acapulco, y su esposa, también actriz, paga el rescate, sin embargo, le entregan en las piernas, una hielera con la cabeza de su esposo.
“Era un tipo que jamás se metía con nadie, la persona más tierna y serena, eso a mí me pegó, y justo en esos días tuve un pre infarto, y se estaba llevando a cabo el Movimiento por la Paz, y salí a manifestarme en esa enorme marcha. Me decían, te vas a infartar, te hace daño, pero yo les dije, voy despacio, pero mi voz, tiene que ser escuchada”, dice.
Casanni respira teatro, habla teatro, de su trabajo, no se sabe si está actuando o va en serio lo que dice, pero está feliz de hacer teatro y que hoy, 15 de mayo, Día del Maestro, cumple 30 años de vivir lo que ama, el teatro.
Este lunes por la tarde, terminará la serie de talleres teatrales para docentes, niños, jóvenes, locutores y artistas; y mañana cerrará con la exhibición de una obra de su autoría.
El doctor del año 2000, fue la opera prima con la que inició hace 30 años para festejar a los maestros, en la secundaria técnica 52 a las 11 de la mañana.
De sus planes a corto plazo, como buen actor refiere que no puede decir qué hará porque “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”.
Casanni solamente insiste en que la violencia se combatirá a través del arte, y es la única forma en que los jovencitos pueden alejarse de ella.