* “No heredé nada. Heredé las bendiciones, los valores y la necesidad de superarme. Esos son mis orígenes”.
* “El PRD es el único partido en que he militado; los principios no son una moda”
* “Mi historia es un poco triste, pero es normal como en cualquier familia común, de escasos recursos, que viene de pueblo”
ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 06 de enero de 2020. Víctor Aguirre Alcaide se define como un hombre indígena con mezcla costeña. Es hijo de Oglive Alcaide Sánchez, indígena originaria de Tlapa, y de Alejandro Aguirre González, costeño originario de Acapulco.
“Por eso soy así: humano, responsable, generoso, de carácter, y trabajador”, dice en entrevista.
Nacido en este puerto, en la popular colonia Hogar Moderno, en el domicilio de calle Río Colorado 132, esquina con Fernando Rosas, y crecido parcialmente en Renacimiento, en el domicilio de sus abuelos doña Cástula González de Jesús, originaria de los bienes comunales de Cacahuatepec, y Arcadio Aguirre Valdonos, originario de Tenexpa, Tecpan, Víctor Aguirre forma parte de una familia de 10 hermanos, ocho de padre y madre, y dos solo de padre.
Es abogado con una maestría en Ciencias Políticas y Sociales y ha desempeñado varios cargos directivos dentro de la Universidad Autónoma de Guerrero; ya fue diputado federal por el PRD, y funcionario del gobierno del estado y del municipio de Acapulco.
“Mi historia es un poco triste, pero es normal como en cualquier familia común, de escasos recursos, que viene de pueblo”, dice de entrada.
“Yo soy hijo de un acapulqueño, costeño, y soy hijo de una indígena originaria de Tlapa. Como todo, mi madre se vino a trabajar allá por los años 60 a Acapulco buscando su sueño de superación, y en ese momento se conoció con mi papá y fuimos una familia de nueve hijos. El cuarto parto de mi hermana Celina, murió por falta de medicamentos, por falta de atención de salud. Yo fui el quinto parto y me convertí en el cuarto hermano en vida, pero realmente fui el quinto parto”.
Cuando tenía unos 10 años, el matrimonio de sus padres devino en divorcio y la familia se separó, y una parte de los hijos se fue a Tlapa con su mamá y otra parte se quedó en Acapulco con su papá.
“Yo nací y estudié en Hogar Moderno. Ahí nací, ahí está la casa paterna y materna y estudié una parte de la primaria en la Silvestre Castro, de Mozimba hacia arriba. Ya como a la edad de 11 años, me llevaron a Tlapa cuando se separó la familia. Algunos de mis hermanos se quedaron en Acapulco, los mayores, pero a los de en medio, de mí para abajo, cuatro hermanos más, mi mamá nos llevó a Tlapa. Ahí terminé mi primaria, la secundaria, una parte de la prepa y me vine a estudiar a Chilpancingo mi carrera en Leyes, viviendo en casa de estudiantes, en la 30 de Diciembre”.
LOS TIEMPOS UNIVERSITARIOS
En Chilpancingo, Aguirre Alcaide, que era un muchacho sin recursos económicos, trabajó como chofer en las combis de pasajeros, mientras estudiaba la carrera de abogado y, recuerda, “comí en los comedores universitarios”.
Fue en esos tiempos cuando se involucró en la vida universitaria, pero antes, su infancia también estuvo marcada por las luchas de la izquierda mexicana. “Me tocó -recuerda- la formación del Partido Comunista en la región de la Montaña con Othón Salazar Ramírez, en ese entonces era el dirigente del Movimiento Revolucionario Magisterial (MRM), me tocaron aquellas marchas grandes del PC en la región de la Montaña, me tocaron las marchas muy grandes de la Universidad-Pueblo, del rescate de la universidad en 84, porque yo seguía a un hermano, y mi hermano era consejero técnico, el mayor, Alberto, y seguía a Felipe Ortiz Montealegre, que era el dirigente estudiantil en las prepas de la Montaña, la 11, la 31 y 38 de Olinalá. Entonces, para que no se fuera solo mi hermano, me mandaban a mí, que era más chico”.
“Y nos íbamos. Ahí conocí esos movimientos. Yo no alcancé a llegar más lejos. Yo nada más llegué al crucero de Casa Verde en aquellas marchotas gigantescas que se hacían. De Chilpancingo salían por el rescate financiero que lo encabezaba Rosalío Wences Reza, yo era un niño, y juntaban a todos los padres de familia, a los estudiantes. Más que nada iban los que tenían representación: los consejeros técnicos, consejeros universitarios y líderes estudiantiles. Entonces ahí fui por primera vez.
Cuando era estudiante de la preparatoria y todavía vivía en Tlapa, “nos llevaron a encuentros o círculos de estudio con un sector de aquellos que se autodenominaban Rumbo Proletario, que lo encabezaba Armando Martínez Verdugo, hermano de Arnoldo Martínez Verdugo. El maestro Armando, decían. En Morelia eran los círculos de estudios, en unas casonas grandes de esas que eran monasterios hace muchos años, y los convirtieron en casas de estudiantes de los universitarios. Estamos hablando de los años 88, 89, 90. Me tocó una colita de lo que era Rumbo Proletario. Ahí conocí a Misael Medrano Baza, le decían el Cabezón. Ahí lo conocí porque él era parte de ese grupo Rumbo Proletario en Morelia. Entonces me tocó esa formación de izquierda”.
Durante sus años estudiantiles, participó en movilizaciones universitarias para recordar la matanza del 2 de octubre, la del 10 de junio, y ahí conoció a Pablo Sandoval Cruz, y a sus hijos Pablo y Cuauhtémoc, este último con quien compartiría legislatura y años más tarde trabajo en el gobierno del estado encabezado por Ángel Aguirre Rivero.
Su llegada a Chilpancingo fue anecdótica.
“Yo realmente -dice- quería estudiar la normal de Ayotzinapa. Yo no tenía dinero, yo quería estudiar, deseaba superarme, quería que el gobierno me subsidiara, y la única manera de que encontrara un subsidio era la normal de Ayotzinapa: ahí había internado, había todo, el gobierno te daba todo. Para mí se me hizo muy fácil, quería estudiar en Ayotzinapa. ¿Cuál fue el problema? Que mi destino no era Ayotzinapa: porque agarré el autobús de Tlapa y me dormí. Pasó Tixtla y bajé en Chilpancingo, y ahí me quedé”.
Pero, acapulqueño al fin de cuentas, Aguirre Alcaide no pudo evitar su relación con el mar. “A Acapulco, nosotros nos veníamos cada julio y agosto en las vacaciones, a trabajar en la playa. Venía a ver a mi papá, y nos quedábamos a trabajar en la playa. Para ese entonces ya no llegábamos a Hogar Moderno, llegábamos a Renacimiento con mi abuela Cástula. Y ahí, nos dedicábamos a vender. Esa fue mi vida. No heredé nada. Heredé las bendiciones, los valores y la necesidad de superarme. Esos son mis orígenes. Por eso en la vida real soy un hombre hasta cierto punto solidario con las causas; me llegan cosas y soy muy desprendido: cuando tengo y puedo, adelante. Por eso siempre lo repito que no da el que tiene, da el que quiere. La verdad…”
EL PRD, EL ÚNICO PARTIDO
-¿Y en el PRD, es el único partido donde has militado?
-Nunca he sido de ningún otro partido, más que el PRD.
-Es un caso raro ya en estos tiempos.
-Es un caso raro, pero los valores no son por momentos, no son por etapas ni son la moda. Los valores son principios que te aquilatan responsabilidad, ciudadanía y respeto.
-¿En qué circunstancias entras al partido?
-En un primer momento yo era simpatizante, pero ya afiliado, fui en 90-91, pero todavía me tocó la construcción del PRD en Chilpancingo, en el teatro que está abajo de los comedores universitarios, donde está el Docente, ahí se hicieron asambleas. Ahí conocí a Florentino Cruz Ramírez, él es uno de los fundadores. Ahí estaban Félix Salgado, Saúl López Sollano. Rosalío Wences Reza fue su primer presidente. Ahí lo ungieron. Realmente quien retomó el PRD en aquellos años fue la universidad, y algún sector del magisterio. Más que nada el magisterio en la región de Chilapa, en Chilpancingo, y en Acapulco. Fue el magisterio en una parte con Horacio Bahena, con los Cívicos de Juan García Costilla, Abel Salgado, entre otros. Ese es mi origen.
-¿Y en Acapulco ya resides desde hace cuánto tiempo?
-Yo tengo mi domicilio desde hace 12 años en Acapulco, pero yo he tenido casa y la propiedad de Hogar Moderno, toda la vida, porque esa casa está a nombre de mi madre y los ocho hermanos. Esa es nuestra residencia natural y el derecho de sangre, porque aquí nacimos. Me enorgullezco de mis orígenes. Yo me catalogo un hombre indígena con mezcla costeña. Por eso soy así: humano, responsable, generoso, de carácter, y trabajador.
Actualmente, Aguirre Alcaide es padre de dos hijos, Damara, de 20 años, y Eduardo, de 15. “Yo me casé muy bien. Me casé con una mujer que fue mi novia desde niños. Ella 15 años, yo tenía casi 19 años. Ella es química, bióloga parasitóloga, pero tengo aproximadamente ocho años separados, y seis años legalmente divorciado”, explica.
Hace cuatro años estableció una nueva relación, formal, legal, con la actual diputada local Dimna Salgado Apátiga. “Prácticamente estuve soltero como tres años. Pero soy un hombre que debo tener equilibrios y los tengo. Por lo tanto, soy un hombre completo porque tengo hijos, soy responsable con mis hijos. Amo a mis dos hijos que tengo, son todo lo que tengo en mi vida, y mi madre. Amo a Dios, a mi madre y a mis dos hijos, y a mi pareja, esposa, confidente, amiga y amante, que la tengo desde hace cuatro años más o menos. La madre de mis hijos es una de mis mejores amigas”.
“Me siento -define- un hombre completo, equilibrado, con errores, con tropiezos, que sueña, que llora, que despierta con necesidades, pero sobre todo un hombre responsable con sus actos. Si a alguien ofendo, no pasan 24 horas para pedir una disculpa, porque soy alguien que reconoce sus errores. No soy un hombre de escándalos ni de pleitos, no soy un hombre de fraudes, de corrupciones, no soy un hombre que me señalen de extorsionar, de hacer fraudes. De timar a otras personas. No soy un hombre de escándalos financieros, de que venda algo y no tenga documentos, que le deba a todo mundo. No tengo ni una sola demanda, ni de mis alimentos”.