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CITLALI CALIXTO    /

 

Acapulco, 06 de marzo de 2021.

Bastante asombrada leí la participación de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, durante el foro Participación política de las mujeres en México: Retos y temas pendientes, organizado por Harvard University Mexican Association of Students.

En dicho foro la secretaria habló sobre la violencia política de género que le ha tocado vivir como funcionaria pública durante el gobierno de López Obrador. Ella comentaba que con frecuencia era excluida de las conversaciones previas a las reuniones de gabinete en materia de seguridad. Esto ocurría hasta que llegaba el Presidente y daba inicio formal a las reuniones. También compartía su experiencia siendo blanco de señalamientos misóginos por parte de la prensa y de la oposición al considerarle un ornamento en la administración de López Obrador.

Pero, ¿por qué suceden cosas así si se supone el gabinete de Andrés Manuel comparte los principios que rigen la 4T? ¿Por qué la prensa sigue incurriendo en violencia simbólica de género al criticar desde otra mirada el desempeño público de las mujeres?

Desde luego que esto responde a la cultura patriarcal naturalizada por la ciudadanía en general. Por desgracia, su combate no es tan sencillo como parece. La erradicación del machismo no sucede con un cambio de gobierno o con el paso del tiempo. En cambio, requiere un esfuerzo constante y organizado para poco a poco ir cambiando las estructuras tan arraigadas que tenemos.

Así, constantemente nos encontramos reproduciendo micromachismos sin siquiera darnos cuenta. Aquí radica la primera relevancia del movimiento feminista: nombrar las violencias. Sin nombrarlas, no las podemos erradicar. En ese sentido, Olga Sánchez hace bien al señalar estas acciones que si bien, podrían parecer minúsculas, en realidad son producto de la socialización machista de la que somos parte.

En el caso de los señalamientos a la prensa, puedo constatar esto: a las mujeres se nos exige el triple que a los hombres en absolutamente todo. Hoy celebro que tengamos el primer gabinete presidencial paritario de la historia y aspiro a que las cosas sigan así. No obstante, aún hay muchos retos pendientes en la cuestión cultural y que, por lo tanto, llevará unos años más corregir.

Finalizo diciendo que lo que la Secretaria ha tenido que experimentar trasciende posturas políticas, partidos y relaciones. En este tema, todas y todos somos cómplices o incluso perpetradores de este sistema. Por tal motivo siguen siendo importantes las acciones afirmativas que se impulsan para resarcir el daño histórico que se ha cometido en contra de las mujeres y de otros grupos minoritarios. Por tal motivo sigue siendo necesaria la movilización y el activismo que pone el cuerpo en la calle.

 

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